Conflictos escolares y su impacto en la educación: más allá de lo que se ve en el aula

Cuando pensamos en la calidad de la educación, solemos enfocarnos en los planes de estudio, los métodos de enseñanza, o incluso en las calificaciones. Pero hay algo igual de importante que a veces pasa desapercibido: el clima que se vive dentro del centro educativo. Y en ese clima, los conflictos escolares entre compañeros tienen un papel crucial. No solo influyen en el ambiente de convivencia, sino también en el aprendizaje y el rendimiento académico de los estudiantes.

El conflicto escolar y la calidad educativa: una relación directa

Donde hay conflictos mal manejados o simplemente ignorados, el ambiente escolar se va cargando de tensión. Esto afecta cómo se sienten los estudiantes en la escuela y, por lo tanto, también cómo aprenden. Cuando un estudiante no se siente seguro, respetado o aceptado en su entorno, es muy difícil que pueda concentrarse, participar o dar lo mejor de sí.

Ejemplo:

Imagínate un aula donde cada cierto tiempo se generan discusiones entre compañeros, hay burlas constantes y nadie pone límites. Aunque el profesor esté dando su clase, la atención de muchos estudiantes está en otra parte: en cómo evitar ser el próximo blanco o en cómo responder a esa presión social. Ahí no hay calidad educativa que se sostenga.

El rendimiento académico también se resiente

Un conflicto escolar no se queda solo en lo emocional, también afecta lo académico. Cuando hay un mal ambiente entre los compañeros, el rendimiento individual empieza a bajar. El estudiante pierde el interés, se aísla, o simplemente sufre un desgaste emocional que le impide rendir como antes.

Ejemplo:

Piensa en una estudiante que constantemente es excluida o criticada por sus compañeros. Aunque tenga potencial, empieza a desconfiar de sí misma, se desmotiva, y baja sus notas. No porque no entienda, sino porque su mente está ocupada en lidiar con esa situación social.

¿Qué rol juega cada estamento educativo en la prevención y el manejo de conflictos?

Equipo de gestión (dirección, coordinación, administración):

Este equipo es el que marca el tono institucional. Desde ellos deben surgir las normas claras de convivencia, los protocolos para actuar ante conflictos, y el fomento de una cultura escolar basada en el respeto y la empatía.

Prevención:

Crear campañas de convivencia, formar al personal, y establecer espacios donde se escuche a toda la comunidad escolar.

Manejo:

Intervenir de manera imparcial y rápida cuando surge un conflicto, aplicando los protocolos establecidos, y asegurando que se respeten los derechos de todas las partes.

Ejemplo:

Si hay un caso de acoso, el equipo directivo no puede mirar para otro lado. Debe actuar, investigar y tomar medidas concretas para proteger a la víctima y reeducar al agresor.

Profesores:

Los docentes, por estar en contacto directo con los estudiantes cada día, juegan un papel fundamental tanto en la prevención como en el manejo de los conflictos escolares. Pueden prevenirlos fomentando la inclusión, promoviendo valores con el ejemplo y creando dinámicas donde se trabaje más la colaboración que la competencia negativa. Cuando surge un conflicto, es clave que intervengan con serenidad, sin juzgar de inmediato, y que busquen el diálogo como herramienta principal para resolver. Por ejemplo, si dos estudiantes discuten en medio de la clase, el docente puede aprovechar la situación para guiarlos en una conversación respetuosa, ayudándolos a entender al otro y demostrando que se puede solucionar sin levantar la voz ni generar más tensión.

Familia:

Aunque el conflicto se dé dentro del centro educativo, la familia influye muchísimo en cómo los chicos enfrentan esas situaciones.

Prevención:

Educar desde casa en valores, enseñar a comunicarse sin violencia, y estar pendientes de cómo se sienten sus hijos en la escuela.

Manejo:

Apoyar a sus hijos sin justificar conductas agresivas, colaborar con el colegio, y mantener una actitud abierta para llegar a acuerdos.

Ejemplo:

Si un estudiante se ve envuelto en un conflicto, los padres pueden acudir al centro con la disposición de entender qué pasó y cómo ayudar, en lugar de entrar a la defensiva o echarle la culpa a los demás.

Estudiantes:

Los estudiantes no están en la escuela solo para seguir reglas, también son parte activa de la convivencia y tienen una responsabilidad importante en cómo se construye ese ambiente. Desde la prevención, su rol pasa por tratar con respeto a los demás, no sumarse a burlas ni excluir a compañeros, y tener el valor de decir que algo está mal cuando ven una injusticia. Cuando ya hay un conflicto, es clave que sepan buscar ayuda en lugar de actuar por impulso, que se comuniquen con madurez y que reconozcan sus errores si es necesario. Por ejemplo, si un estudiante presencia una situación de acoso, puede acercarse a quien está siendo afectado para brindarle apoyo o hablar con un adulto del centro. Esa pequeña acción puede cambiar por completo el rumbo del problema.

Psicólogo escolar:

El psicólogo escolar es quien acompaña emocionalmente a los estudiantes y trabaja para mejorar la convivencia dentro del centro. Desde la prevención, puede organizar talleres donde se desarrollen habilidades socioemocionales, estar atento a conductas que revelen conflictos en formación, y apoyar tanto a docentes como a las familias con orientación específica. Cuando el conflicto ya está presente, su rol es intervenir con estrategias adecuadas, ofrecer contención emocional a quienes lo necesiten y crear espacios seguros donde se pueda hablar y llegar a acuerdos. Por ejemplo, si hay un conflicto fuerte entre dos grupos del aula, el psicólogo puede trabajar primero con cada grupo por separado y luego facilitar un encuentro conjunto donde se fomente el respeto y la reconstrucción del vínculo.

Orientador escolar:

Aunque a veces se confunde con el psicólogo, el orientador tiene una mirada más enfocada en el acompañamiento educativo y vocacional, pero también en la convivencia.

Prevención:

Organizar charlas sobre habilidades sociales, mediar en situaciones donde hay desinformación o rumores, y empoderar a los estudiantes como agentes de cambio.

Manejo:

Ayudar a reconstruir la comunicación entre los involucrados, dar seguimiento a las consecuencias del conflicto y proponer medidas reparadoras.

Ejemplo:

Si hay un conflicto por malentendidos o rumores, el orientador puede reunir a las partes y facilitar una conversación sincera, ayudando a aclarar lo sucedido y a reparar el daño.

En conclusión 

El conflicto no es algo que se pueda evitar del todo, pero sí se puede aprender a vivirlo de otra manera. Cuando la escuela trabaja unida en la prevención y el manejo de los conflictos, se construye un ambiente más sano, más humano y más educativo. Porque al final, una educación de calidad no solo enseña contenidos, sino también formas de convivir, de resolver, y de crecer juntos.

Fuentes bibliográficas:

UNESCO (2017). Guía para el desarrollo de escuelas inclusivas y democráticas.
Disponible en: https://unesdoc.unesco.org


Murillo, F. J. & Hernández-Castilla, R. (2011). La violencia y el acoso escolar en Iberoamérica. OEI.

Gairín, J. (2006). Gestión de centros educativos. Graó.

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